En esta página, el
autor, quiere rememorar aquellas costumbres y formas de hacer las
cosas de las gentes que nos precedieron, y que conformaban su
existencia, a tenor de la tradición, las creencias, las necesidades, y
aquellas imposiciones más o menos férreas, por parte de los poderes
que existieron, existen y existirán en cualquier organización
social.
Costumbres religiosas con
carácter social:
Bautizos:
Era costumbre, e
incluso imperativo eclesiástico, el llevar a bautizar a los pequeños,
a lo sumo, a los 8 días de su nacimiento. La iglesia de Lodoso, en las
épocas de frío, y casi en las de calor, sabemos lo fría que es; con
lo que dado que las ceremonias de Bautismo, hasta hace bien poco,
suponían, además de rociar de agua al bebé sobre su cabeza, el
retirar sus ropas para ungirle de los Santos Óleos sobre su pecho. Todo ello
constituía un casi seguro de constipado, y si no de algo más; con lo
que, como decía mi padre, si el bebé sobrevivía el mes siguiente
a su bautizo quedaba "inmunizado" de casi todo. De hecho, éste que
les cuenta esto, tras su bautizo, estuvo a punto de engrosar esa
lista de los que no pudieron con aquellas prácticas.
Tras el bautizo los padres y padrinos, camino de la casa, arrojaban
caramelos y dulces y los niños y no tan niños, y nos tirábamos por
ellos, con lo que, si había barro, pues acaso el presentarse en casa
de aquella guisa, suponía todo un problema. Ah, y si la cantidad de
dulces tirados no era lo suficientemente espléndida, se cantaba
aquello de:
Bautizo,
roñoso,
Bautizo "cagao",
si cojo al/la niño(a)
lo tiro al "tejao"
Comuniones:
Las comuniones suponían el aprenderse antes de
aquella deseada fecha, aquellos Catecismos de una forma precisa y
demostrar al Sr. Cura los abundantes conocimientos de Historia
Sagrada adquiridos. En mis tiempos la catequista de mano de hierro
lo era Dª Pili, la maestra, que en el orden religioso era todo un
portento.
Dada la gran devoción que en Lodoso hay a la Virgen del Campo, y que
la fiesta es en el mes de Mayo, mes por antonomasia de las Primeras
Comuniones, muchos hicimos en esta pequeña ermita nuestra primera
comunión, y en aquellas rutilantes procesiones por todo el pueblo
ejercíamos ese día de anfitriones.
Bodas:
Si partimos de
que el refrán que decía: "El que lejos va a casar, va engañado o va a engañar",
pues para qué no decir que hasta hace apenas cincuenta años, casi todos los mozos
y mozas del pueblo encontraban su pareja en el propio pueblo, sin que ello presuponga
que quienes lo hicieran fuera, el refrán tenga nada que ver, pues al fin y al
cabo, no es sino un refrán.
El casarse, además de presuponer la voluntad de hacerlo de los miembros de la
pareja, suponía el tener la anuencia de los padres, y de hecho esta anuencia se
corroboraba con una especie de cena o reunión, que se tenía en la casa de la novia,
a la que acudían los padres del novio y éste, para pedir el matrimonio. Y se dice,
que cuando el novio no era del agrado de los padres de la novia, la tortilla se
dejaba quemar, intencionadamente, lo suficiente, para mostrar a las claras, mediante aquel olor
contundente, tal disconformidad. De ahí lo de "huele a tortilla quemada",
lo que daba un mensaje claro a los padres del novio, que "aquello no estaba
claro".
Ya, el día de la boda, y al salir de la iglesia, también existía la costumbre de arrojar caramelos, como en
los bautizos. Así mismo, se cantaba a los novios desde el exterior de la casa
donde permanecían éstos. Y yo incluso recuerdo, cómo en la boda de Basi Santamaría,
los novios fueron paseados en carro, tirado por los mozos, por todo el pueblo.
Funerales:
A
mí lo que más me impactó
siempre, cuando alguien del pueblo moría, era el toque a muerto de
las campanas, al amanecer. Hasta bien entrada la década de
1960, existía en Lodoso la Cofradía de las Santas Animas, a la que
pertenecían todos los vecinos. El título de Cofrade Mayor, y que hoy
podría decir Presidente, lo iba ejerciendo, cada año, un vecino. Y
era el encargado de repartir una tablilla, con el nombre de cada
cofrade, el día previo al funeral; y así mismo, era el encargado de
recogerla, a la entrada de la iglesia en la misa de funeral.
Evidentemente, era una manera de "paso de lista" de
asistencia al mismo, y lo que hoy puede parecer exagerado, entonces
quizás sirvió de lazo de cohesión entre las gentes en los momentos
más duros.
Costumbres y labores
socio-familiares:
La matanza:
La matanza del cerdo, o
los cerdos, según necesidades y "poder", ha sido para las gentes de
nuestros pueblos, la fuente de alimentación más importante hasta bien
acá. Y hasta tal punto este hecho suponía tal importancia, que sus
"funerales", suponían una fiesta que reunía varias familias
colaterales. Algo así como lo que hoy sería una boda. Ni que decir
tiene, que como esta fiesta gastronómica se solía hacer en los meses
de invierno, éste se hacía mucho más llevadero y aquellas fiestas
reforzaban los lazos de familiaridad de gran manera.
Por supuesto que de los productos del cerdo, tales como el chorizo,
la morcilla, el tocino, etc. se "tiraba" para el condimento de
suculentos cocidos para sobrellevar las faenas del campo "estirando"
sus existencias durante casi todo el año.
El horno:
No
todas las familias de Lodoso poseían un horno para cocer su pan. Por
lo que otras, que sí lo tenían, digamos, que alquilaban su horno, a
cambio de recibir una hogaza de pan recién hecho. Los hornos y su
uso volvían a ser un hecho más de refuerzo de los lazos familiares.
Yo recuerdo a mi abuela materna dirigiendo a sus hijas, que no eran pocas,
los días de "hacer pan". Hacer pan suponía, a parte de un
cierto conocimiento, un importante trabajo. Pues, tras moler el trigo, había
cerner o cribar la harina con el cedazo, que era una criba de malla
de alambre muy
cerrada, y que se deslizaba una y otra vez sobre unos listones de
madera que iban en lo alto de la artesa, para separar el salvado. Amasar la harina,
con la cantidad justa de levadura, para una fermentación adecuada,
era una labor que se hacía el día anterior al cocido, para así dar tiempo a
tal fermentación de la masa, la cual quedaba tapada por la noche con la
masera, o manta, para conservar el calor de la fermentación. Así mismo,
el día anterior ya se solía calentar el horno con paja, para que al
día siguiente, esto es, el día de la cocción, ya estuviese "tibiado", que así
se denominaba este precalentamiento. Ya, el día de cocción, por la
mañana, se confeccionaban las porciones que solían pesar sobre 1 Kg.,
los denominados panes, y los de 2, se llamaban las hogazas. A los niños,
nos solían hacer con masa algunas figuritas, tales como pajaritos que
nos hacían mucha ilusión cuando nos las entregaban ya cocidas.
Se limpiaba bien el horno con las tocas húmedas, y cuando éste
estaba lo suficientemente caliente, mediante unas palas de madera de
mango largo, se iban introduciendo los panes, permaneciendo allí hasta su cocción. Este
pan, sin otro aditivo que la ilusión por lo bien hecho, podía durar
comestible hasta tres o cuatro semanas y, ni que decir tiene, que a
lo largo de la historia ha sido el principal alimento de nuestra
cultura castellana. Para ver los útiles del horno y su
funcionamiento pulse sobre el gráfico del margen, de poco más arriba.
La colada y el jabón:
No
hace falta decir, que hasta hace poco más de 50 años, los detergentes, no eran sino
ciencia ficción. En su defecto, nuestros antepasados, se valían para
lavar la ropa muy sucia, de la llamada "Colada". El proceso era como sigue: Se
calentaba agua, normalmente en la calle, en una gran caldera de
cobre. Cuando el agua comenzaba a hervir, se le añadía abundante
cantidad de ceniza que se había guardado, bien procedente de la
gloria o del fogón. Una vez bien removida la disolución se vertía
sobre las ropas sucias que estaban en un gran cesto de mimbre,
colando previamente por el cernadero, que era un lienzo gordo, a
modo de filtro, que
retenía la ceniza, no disuelta. La ropa, impregnada con esta
disolución, quedaba a "mojo" hasta el día siguiente que se aclaraba o
"deslavaba" en la poza del arroyo. Ya deslavada y aclarada, la ropa
se tendía en el suelo de la era, sobre la hierba, y se mantenía húmeda,
regándola con abundante agua, a poco que secase. Y así permanecía
durante dos o tres días, hasta hacerse el aclarado definitivo.
El jabón también se hacía en casa. Para ello se disolvían en la
caldera con agua hirviendo sebo rancio de la matanza, tocino
normalmente también rancio. Luego, se añadía sosa que se adquiría en
la ciudad. Todo ello se amalgamaba a base de vueltas y más vueltas,
palo en ristre, en la caldera, y cuando iba espesando, se vertía en
moldes al efecto, y que solían hacerse aprovechando latas de
conservas o similares; y se dejaba solidificar lo suficiente, para
que al sacarlo no se quebrara. Una vez fuera del molde, se cortaba
en los trozos de uso, y seguía secando, hasta tomar la consistencia
propia de una pastilla de jabón.
El
molino:
Cada mes, más o menos, corría la vez para utilizar el molino a un
vecino. Como ya se expresa en la documentación del Censo del Marqués
de la Ensenada de la parte histórica de esta Web, en Lodoso hubo dos
molinos. Uno en la ubicación actual, y que se usó hasta 1966 como tal
molino, y el otro, en el término de El Prior, cuyo uso lo fue, hasta
finales del siglo XIX. El día de molino, se aprovechaba para tal
faena ineludible, por razones de necesidad, bien para moler trigo
para hacer el pan, y/o para moler yeros, alholvas, cebada, avena etc.
para pienso de los animales como los bueyes, mulos, cerdos etc. El
trigo se molía en la rueda primera, llamada "piedra blanca", y los piensos, en la segunda, con
el fin de que en la del pan no se mezclaran las harinas, e influyera
en su calidad. Normalmente había el suficiente agua motriz para la
molienda, pero también se daba el caso, normalmente en verano, en
el que el agua escaseaba, y había que aprovechar, a base de cerrar las
compuertas, cuando no lo había, y tener que estirar las horas,
incluidas las de la noche, para aprovechar la vez, conforme a las
necesidades.
Los granos se bajaban al molino, normalmente en las "zaquiladas",
que eran una especie de sacos de volumen considerable, y se subía la harina
al pueblo en las "talegas", que también eran sacos de tejido tupido,
para no dejar salir la harina. Y
eran los burros, o los mulos, en sus lomos, los porteadores para
subirlo al pueblo. Dado que,
a veces, el cabeza de familia estaba arando, tal vez lejos del pueblo,
los muchachos ejercíamos de, al menos "arrancadores" y "paradores" de
aquella máquina, a base de levantar la "cerraja" o compuerta, que algunas
veces se "resistía", con los consiguientes contratiempos y solicitudes
de ayuda.
Costumbres
políticas y comerciales:
Reuniones de Concejo:
El Concejo equivalía,
más o menos, al Ayuntamiento actual. Aunque el Concejo fuera regido
por el alcalde y los regidores, en algunas decisiones se contaba con
el parecer de los vecinos, y para ello, se les citaba a "Concejo".
Esta citación la pregonaba el alguacil, normalmente el día anterior,
de viva voz, en cada recoveco del pueblo, y la "apostillaba" con un
toque de corneta. En este pregón, se anunciaba la hora de celebración
y el asunto a tratar. Así mismo, momentos antes de la misma, la
campana tañía el toque característico para citar a los vecinos. Los
más mayores recuerdan al singular alguacil "tío Antonino", quien en
sus pregones intercalaba tales dichos de su gracejo, que han llegado
hasta nuestros días.
Las subastas, con
zarandajas y las almonedas:
Cuando se sacaba
a subasta alguna finca, el local para tal subasta solía ser la gloria de la
cantina. El vendedor, y como norma de costumbre, ponía a disposición de los
concurrentes el suficiente vino como para que éste no faltase, digamos que era
el impuesto al vendedor. El comprador también pagaba otro "impuesto" normalmente
más cuantioso, y que consistía en que el pujador de la subasta podía, además de
subir la última puja, agregar a una especie de cuenta vecinal una cantidad no en
dinero sino en especie. Así, suponiendo que la puja iba en 5.000 Ptas., alguien
cantaba aquello de: "6.000 y una cántara (de vino) a zarandajas". El anotador,
naturalmente iba sumando todas las zarandajas y el mejor postor se hacía cargo
del precio de la finca, más el precio de las zarandajas que se habían cantado en
esa venta. Las zarandajas no sólo lo eran de vino, sino de viandas, como pollos,
corderos y demás géneros; con los que el pueblo, a los pocos días, celebraba un
gran ágape con cargo a los compradores.
Las almonedas
consistían en que, cuando alguien, que normalmente migraba a la ciudad y ya no
necesitaba los aperos, quizás tampoco los muebles, y demás, vendía los mismos
mediante una subasta pública. La almoneda se celebraba, normalmente, en el portal
de la casa del vendedor, a la que acudían los vecinos interesados, o curiosos.
Siempre había un vecino que le daba vida a la almoneda y ejercía de subastador,
para cantar las pujas y animar las mismas. En el recuerdo, el Sr. Antonino, el
Sr. Roque, y sus continuos gracejos que hacían de la almoneda todo un
espectáculo. Por cierto, había una frase célebre para rematar una adjudicación,
y
que decía aquello de:
" Al
mejor... a la una... a las dos... y a las tres..., postor"
Fiestas anuales de
carácter religioso, o no, señaladas:
Los Reyes Magos: (5 y
6 de Enero):
En la noche mágica que
precede a los Reyes hubo en Lodoso una tradición, que consistía en
que los pastores del pueblo salían a cantar villancicos relacionados
con esta fiesta tan entrañable. A la mañana siguiente, es decir, la
de Reyes, estos pastores pertrechados con su atuendo, recorrían las
casas en demanda de su aguinaldo, y que estaba en consonancia con su
buen hacer de la noche anterior. Quien les cuenta esto, y ya por los
años finales de los 50, no recuerda que fuesen los pastores quienes
cantasen estos villancicos, pues aunque sí existía, al menos un
pastor, tal vez no quiso seguir esta tradición, y lo que sí recuerdo
es a las mozas del pueblo cantando estos villancicos en la calle.
Recuerdo uno que, más o menos comenzaba: "Alegría, caballeros, es la
fiesta de los Reyes..."
Ya, el día de reyes, y dado que los presupuestos familiares no eran
boyantes, y por lo tanto, los reyes se quedaban un tanto menguados, el
Sr. cura nos solía dar a los niños algunos dulces. Y el tabernero,
también era costumbre, darnos unas naranjas, castañas... en fin,
algo.
Día de las
Candelas (2 de Febrero, laborable):
Las madres que
a lo largo del año habían tenido hijos acudían con éstos a misa, con una vela, en
acción de gracias, y para ser bendecidos los niños/as y sus madres. Evidentemente que el
nombre popular de "Las Candelas" hacía referencia, a esta candela o vela que
portaban.
Carnaval o
Carnestolendas, y el "Huevecillo":
Aunque ahora, lo que
es en las ciudades, como la nuestra de Burgos, los Carnavales o
Carnestolendas, (del Latín: "carnem tollendum" suprimir la carne) se celebren con mucho más estruendo y color que hace
30 años, en nuestros pueblos ocurría todo lo contrario, y me
explico: Partimos de la base de que, en principio, la personas
disfrazadas no podían salir a la calle, so pena de fuertes penas
pecuniarias de multa, o incluso detención. Por lo que en las ciudades, a ver
quién era el valiente que se exponía a ello. Pero aunque la ley era
igual para toda España, en los pueblos, y si además eran pequeños y
no había agentes de la Autoridad a quien comprometer, como es el
caso del nuestro, pues la tradición del disfraz y la cencerra
colgando, yo siempre la he visto en Lodoso, hasta que la falta de
mozos y mozas la ha dejado sólo para el recuerdo.
Concretamente estos disfraces se hacían el martes de carnaval por
parte de los mozos, quienes ataviados con algunas vestiduras,
normalmente de mujer, tal vez de sus
madres o hermanas, o con prendas de pieles vueltas que portaban los
pastores (pellizos), tapando sus rostros con alguna careta "manufacturada" y,
eso sí, con una buena vara de fresno u olmo en la mano, corrían tras
los pobres niños, quienes cuando salíamos de la escuela a las 5 de la
tarde probábamos la flexibilidad de las mismas, a poco que te
descuidases. Claro que la regla era que todo "mojigango", que era
como se denominaba al disfrazado, debía portar una cencerra o
esquila colgante que delatase su presencia cuando andaba, y más si
corría. Pero acallar el cencerro es fácil si se anula el blandir del
badajo. Aún recuerdo cómo una vez, el buen Santos y yo fuimos
sorprendidos al salir de la escuela, y gracias a las piernas de
"corcillos" que teníamos logramos zafarnos, casas altas arriba, y
tuvimos que ver la puesta del sol desde Paramillo, pues nuestro
"burlado" nos esperaba, para desagraviar su "afrenta", abajo.
Luego, cuando el sol caía y se echaba la noche, nuestros mozos se
quitaban la careta y siguiendo con sus vestiduras mojigangas
recorrían el pueblo casa a casa para pedir viandas con que celebrar
una suculenta cena en lo que cabía en aquellos tiempos, ahora sí,
acompañados de las mozas, y a poco que la madrugada se estirase tras
aquella fiesta, ir a tomar la ceniza a la mañana siguiente miércoles,
en los años en los que hubo cura afincado y que fue hasta 1956.
Los niños y niñas también hacíamos nuestra fiesta de Carnaval pero
sólo en plan gastronómico, si así se puede llamar. Esta fiesta la
llamábamos el "Huevecillo". La mañana del domingo los niños y la del
sábado las niñas, recorríamos las casa del pueblo para pedir huevos,
torreznos, chorizo, tocino y aceite, con los que celebrar una merienda que a
todos se nos hacía suculenta. Cuántos recuerdos en aquellas glorias
de la señoras Delfina, Teodora, Adela, y otras que se ofrecían a
condimentarnos los "manjares", y soportarnos aquella tarde.
Pero si por la tarde dábamos cuenta del ágape, lo verdaderamente
clásico era, por la mañana, "sonsacar" casa a casa los huevos, el
aceite, los torreznos, el chorizo y demás. Y los tiempos no eran tan
boyantes como para dispendios, así que las trampas estaban a la
orden. Cuando la señora salía con su cesta de huevos para darnos
uno, quizás dos, y si era espléndida igual hasta tres..., si se
descuidaba lo más mínimo, mientras otros la distraían, el más
avispado metía la mano en el cesto y algunos huevos se "perdían".
Así mismo cuando la señora acudía a darnos su aceite portando la
alcuza, y echarnos la parte correspondiente en el cucharón que hacía
de medida, algún muchacho "tropezaba" con su hombro en la alcuza
cuando ya el cucharón rebosaba y el aceite se derramaba sobre
nuestra orza. Así que con lo que nos sobraba de aceite, huevos y
demás, se lo solíamos vender al cantinero, o cambiárselo por leche,
naranjas, sobres de flan, etc. para tener "material" con los que
nuestras cocineras pudiesen hacernos los postres, y es que si no se
es goloso no se es de Lodoso.
Este recorrido casa a casa iba amenizado por un cántico que se
repetía "martilleantemente", y que si no se hacía como "Dios manda",
no había limosna.. La canción decía algo así:
Ya vienen las
Carnestolendas
señoras mujeres a lo que se estila.
A los chicos de la escuela
se les da "forraje" para sus comidas.
Si no saben que es "forraje"
se lo explicaremos con luz y armonía:
Huevos y torreznos y otras zarandajas
que en la casa "haiga".
Licencia del Rey traemos
y de su Majestad divina:
Que a quien no nos dé limosna,
le matemos las gallinas.
Y si quieres oír la
música, esa un poco martilleante, pero nuestra, por abajo tienes el
control de audio:
Miércoles de Ceniza (laborable):
El Miércoles de Ceniza, y como comienzo de la Cuaresma, no era un día de los
llamados "fiestas de guardar". Esto es, era laborable. El rito de nuestra
Iglesia Católica durante la Misa, con asistencia voluntaria, en lo que yo
conocí, y durante la misma, se impartía la ceniza. Este rito consistía en
obtener una cantidad suficiente de ceniza, que se obtenía del quemado de los
restos de ramos bendecidos que habían sobrado en la Cuaresma del año anterior, y
que estaban más que secos. Este quemado lo solía hacer el sacristán en un
recipiente metálico, en las proximidades de la iglesia. Estas cenizas, ya
apagadas, se trituraban bien, quedando el polvo típico de ceniza. En el momento
del rito, los fieles se acercan al presbiterio, y de uno en uno, el sacerdote
tomaba una pequeña cantidad de ceniza, con los dedos, y la dejaba caer sobre la
cabeza, trazando una pequeña cruz, a la vez que recita aquella frase en latín
que decía "Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris" que
traducido literalmente sería: "Recuerda, hombre, que polvo eres y al polvo
revertirás".
Hoy en día este rito continúa, si bien en algunos casos ya no se derrama la
ceniza por el pelo de la cabeza sino que el sacerdote moja su dedo en agua
bendita y lo frota en la ceniza, dedo que lleva a la frente del feligrés
trazando una cruz y recitando la misma frase, normalmente ya en español.
Domingo de Ramos:
No, en Lodoso no era nada común el que se ostentaran por parte de niños, y menos
por mayores, los ramos de palma suntuosos, que sí se observaban en las ciudades.
En Lodoso el ramo era el típico de boj, que sigue tan en vigor aún hoy, y que nos
hacía tan felices como el que más.
¿Y que dónde colgábamos, entonces, las rosquillas? Pues, vaya; en los de boj
también se pueden colgar los rosquetes artesanales, que sí nos hacían nuestras
madres o abuelas. Cierto, no era tan suntuoso como en el de palma... pero
estaban igual de buenos.
Los ramos bendecidos,
era costumbre, el colocarlos en las cuadras del ganado, por aquello de que al estar
bendecidos, "ahuyentarían" los males
de éstos. Y aún más, se aprovechaban, previamente, para hacer de "hisopos"
improvisados para bendecir, con el agua bendita las dependencias de la casa.
Y sobre la procesión del Borriquillo, pues ni que decir que en Lodoso había, en aquel entonces
varios borricos (de cuatro patas..., malpensado). Pero yo nunca vi, ni supe que se
celebrara procesión alguna con borrico y el Jesús sobre él. Tal vez pensaron
que, en aquellos tiempos, en un pueblo era poca atracción un borrico...
Jueves Santo (laborable por la mañana,
y fiesta por la tarde):
Tal vez, laboralmente, lo más especial era que el Jueves Santo no empezaba a ser
festivo con el día, como los demás días festivos del año. Sino que comenzaba a
serlo por la tarde. De hecho hasta hace unos 30 años en los calendarios,
partiendo de que cómo hoy, también los días laborables estaban impresos en números
negros, y los festivos en rojo, era curioso ver cómo el cuadro del día de Jueves
Santo estaba dividido en una especie de diagonal virtual, y la primera parte era
de color negro, y la contigua estaba en rojo. O, incluso había otra forma de
representarlo. Esto es, si la fecha la componían dos
dígitos, el primero lo estaba en negro, y el segundo, en rojo.
Lo que más
"prestigio" daba en Semana Santa, para un niño del pueblo, era ser monaguillo. Eso de pasearte por el
pueblo con los tres carracones que teníamos en Lodoso para anunciar los Santos
Oficios, y darle a aquellas manivelas generadoras de ruido, era todo un
acontecimiento. El Sr. Ignacio Rojo nos los mantenía siempre en perfecto estado,
y nada se le resistía a nuestros excesos "maniveleros". Ya en los Oficios, aún me
resuenan en los oídos los "retorneados" gregorianos del Sr. Faustino Río que
impulsaba el coro cantor como nadie. Anterior a los años 50, yo le he oído a mi
padre que celebraban lo que llamaban "Las Completas", que venía a ser un rito
religioso, ante el llamado "Monumento", cuyas tablas conservamos aún; rito que
se hacía a altas horas de la tarde noche, con profusión, también de cánticos en
latín, por supuesto, y toques de los carracones aludidos.
Viernes Santo:
La
procesión del "Santo Entierro" o de "La Cruz a Cuestas" era una de
las procesiones con más raigambre en Lodoso. En ella participaba la
mayoría del pueblo. Había, por supuesto, el Jesús con la Cruz a
cuestas, el Cirineo, los soldados romanos, la Magdalena, la
Verónica, los monaguillos con los faroles, el coro de mozas
cantoras... Por cierto, una de las cosas más señaladas era que la
procesión se hacía en sentido contrario, a como se hacía el resto, y
aún seguimos haciendo. Esto es, se salía hacia el Oeste (barrio de
arriba), y se regresaba a la Iglesia por el Este (barrio de abajo).
Nunca supe el por qué.
En esta procesión el cántico por excelencia del coro de mozas era el
llamado de "Las Siete Palabras" Por abajo pongo la primera estrofa
que decía así:
La
música de este tema varía bastante de dónde se oigan las versiones.
Por eso que alguien que la oiga puede decir que no es así. Pero yo
lo que quiero reflejar aquí es cómo era, y repetir que es la versión que se
cantó en Lodoso. Más que nada para que no se olviden nuestras
costumbres, y nuestro folclore, si como tal se puede incluir este
tema, con todos los respetos.
Sólo incluyo una estrofa, ya que el resto son iguales y la audición
completa se haría monótona, incluso añadiendo una flauta, que por
desgracia en Lodoso ni teníamos, ni hubiéramos sabido tocarla, creo
yo...
Por abajo va el control de audio.
Aquí
va el control del mp3
Pascua de
Resurrección:
Se hacía
también, como se sigue haciendo en muchas localidades aún hoy, la procesión
llamada "Del Encuentro". Consistía en la salida de la iglesia en dos procesiones.
La primera, compuesta por los hombres y niños, portaba a Jesús Resucitado. La
otra, compuesta por las mujeres y niñas, portaba a la Virgen enlutada. Cuando
ambas procesiones se encontraban, se le quitaba a la Virgen su manto negro, y la
alegría se representaba en un volteo grandioso de las cuatro campanas.
San Isidro (15 de Mayo, no laborable):
Que San Isidro es
el patrón de los labradores, no hace falta decirlo a nuestras gentes del pueblo.
Y que su devoción ha permanecido y permanece, tampoco. Cada año la imagen del
Santo sale en procesión, y se implora de su intercesión, lo que reza su cántico:
San Isidro,
labrador,
humilde te suplicamos:
Pide al Señor nos conserve
los frutos de nuestros campos.
Para
que esta melodía no se pierda en el recuerdo, el autor de esta Web
ha transcrito la música, como él cree recordarla, y la ha convertido
a un formato de audio estándar para que puedas oírla:
Aquí
va el control del mp3
Dada la
importancia que tuvo, y sigue teniendo esta fiesta de San Isidro,
como no podría ser menos, también tiene su reseña en la página de
este sitio de Lodoso, donde se describen las fiestas más importantes
del pueblo. Concretamente en:
http://www.lodoso.net/losocial-fiestas.htm
Nuestra
Señora del Campo (31 de Mayo, no laborable):
Si en Lodoso la
ermita por excelencia lo es Santa Marina, tampoco la Virgen del Campo se queda
atrás. Durante todo el mes de Mayo se rezaba el Rosario en la ermita al caer la
tarde. Los niños y niñas teníamos que acudir a paso de "lista" de la insigne
maestra de los años 50 y 60, Dª Pili. Las niñas, todos los días, portaban un
ramillete de flores que reunían a veces con la ayuda de los niños, los cuales
ejercíamos y nos "entrenábamos" con aquello de futuros "pretendientes".
El último día de Mayo se celebraba la fiesta grande de la Virgen del Campo.
Fiesta no laborable en Lodoso, y donde algunos años se celebraban las Primeras
Comuniones.
Pascua de
Pentecostés, Pascuilla (la Virgen de la Cuadra) y Santa Marina
(martes de Pascua):
Pues así era. Tres días de fiestas seguidos, y qué fiestas. El lunes de Pascua, también
llamado "Pascuilla", en la Virgen de la Cuadra, que como sabemos es la ermita
situada entre Mansilla de Burgos y Zumel. Nada menos que nueve pueblos acudían,
y aún hoy acuden, pero ya no el Lunes, sino el domingo, con sus estandartes, sus
cruces parroquiales y sus gentes a su ermita Estos pueblos son: Zumel, San
Pedro, Mansilla, Las Rebolledas, La Nuez, Las Celadas, Los Tremellos, Miñón y
Marmellar de Arriba. En algunos documentos yo he podido ver que Lodoso también
acudió con su estandarte a esta ermita; pero por algún motivo que desconozco, ya
desde mi uso de razón, nunca vi representación oficial de Lodoso. Eso no era
óbice para acudir, y contemplar esa amalgama de gentes a implorar, en devoción, por
el buen fin de las cosechas, y demás necesidades y devociones. Ya por la tarde,
se celebraban grandes bailes en Mansilla, de donde habrán salido noviazgos que en
su día fructificaron en matrimonios entre las gentes de nuestros pueblos. Basta
el ver los árboles genealógicos, sobre todo de Zumel y La Nuez y Lodoso, donde hay
varios matrimonios entre gentes de estos pueblos. Al margen, una foto más
reciente de la que tuvimos hasta Junio de 2018, de la procesión de la Virgen de
La Cuadra.
Y el martes de Pascua, Santa Marina. Esta fiesta como quiera que la tradición la
ha mantenido más o menos igual, a lo largo de los años, salvo que ahora la
celebramos el sábado anterior al domingo de Pentecostés, ya está explicada en el
apartado de Fiestas actuales por lo que desde el menú desplegable que aparece
arriba elige Lo social, descuelga y pincha en Fiestas.
Corpus Christi: (No
laborable, jueves a los 11 días de Pentecostés):
El pueblo se
engalanaba, y cada cual sacaba a la ventana o al balcón sus mejores
colchas y sábanas bordadas. Se erigían tres o cuatro altares, a base
de mesas y maderas, y se engalanaban, así mismo, de telas, y abundantes
flores. En todos estos altares se presentaba el Santísimo, que recorría el
pueblo en procesión, bajo el palio.
Los Sagrados
Corazones ( Domingo a 10 días del Corpus):
También en este
día se hacía una gran procesión con las imágenes de los Sagrados Corazones, y las
mozas y niñas lanzaban pétalos de rosa a los mismos.
San Pedro y San
Pablo (29 de Junio, no laborable):
En esta fecha
era lo normal el acudir a la fiesta grande de Burgos, capital; a la venta o compra
de animales, en la mayor feria provincial de ganado, y que se celebraba donde hoy
están ubicados el polideportivo y pistas del complejo San Amaro.
Los animales, y hasta bien acá, que se pretendía vender, o que se compraban, era
normal su traslado desde, o hasta Lodoso, a pie, o lo que se denominaba
"arreándoles". Por lo que no todo eran fiestas, ni mucho menos, y quien más y
quien menos de nuestros abuelos actuales cuentan sus "batallas" en tales arreos,
lo cual, suponían todo un ejercicio de habilidad y forma física.
Claro que también
nos trasladábamos a Burgos para
contemplar los muchos espectáculos habidos en la capital en este día (cabalgata, toros,
bailes regionales, circos, teatros etc.).
Algún año hasta tuvimos una representación de Lodoso en la Cabalgata de las
fiestas de Burgos; que por cierto fue de lo más llamativo en aquel desfile, y que
incluso he visto
que algunos siguen plagiándonos en nuestros días. Como se ve en la fotografía, el
coqueto carro rojo tirado por el burro, también de Lodoso, recorrió las calles
burgalesas en olor de multitudes. Ah, qué de quién era el carro y el burro
preguntaréis, pues de un enamorado de estas cosas como lo fue mi tío Vidal.
Santiago (25 de
Julio, no laborable):
Esta fiesta y
la del 15 de Agosto (La Asunción) eran los únicos días no laborables de los
meses de Julio, Agosto y Septiembre, durante los cuales se trabajaba en la
recolección. Pues los domingos, aunque era obligatorio acudir a Misa, a las 6 de
la mañana, sí se podía trabajar. Por eso, y dado lo extenuante de las labores
del campo, estos dos días se aprovechaban para hacer aquellas labores que no se
consideraban de trabajo y por tanto estaban "dispensadas", como era lavar la
ropa por parte de las mujeres y sacar a pastar los bueyes o mulos los hombres.
Así mismo los hombres, mozos y niños bajábamos a la "Presa del molino" o a los
pozos del Urbel a darnos un remojón que bien que era necesario. Pues no, no
había agua corriente, y ya el balde se quedaba pequeño. También alguna
moza o niña aprovechaba para tal fin, pero debía cuidarse muy mucho de no ser
sorprendida, no ya por el tema del "santo pudor", sino porque las costumbres
machistas estuvieron muy arraigadas hasta bien acá.
La Asunción
de Nuestra Señora (15
de Agosto, no laborable):
Lo mismo que se
ha dicho para la fiesta de Santiago, era esta fiesta, en cuanto a los quehaceres domésticos. En
esta fiesta, y aquellos privilegiados que tenían bicicleta, solían desplazarse a
Tardajos donde se celebraban animadas fiestas, y lo de animadas, no era raro que
lo fuese en todos los sentidos.
Ya, cuando aparecieron los primeros coches, se buscaban sitios de más "postín",
como Villadiego o Melgar de Fernamental.
Fiestas Patronales (9,
10 y 11 de Octubre):
Aunque la celebración
de San Cristóbal, patrono de Lodoso, lo es el 10 de Julio en el
santoral eclesiástico, desde tiempos que nadie recuerda se
celebraron las fiestas patronales los días apuntados arriba, y así
fue hasta el año 1979, como nos ha recordado Francis Martínez. El
motivo no era otro que dado lo perentorio de las labores de la
recolección, durante los meses de verano, se consideraría todo un
dispendio el perder tres días en fiestas, y se determinó su traslado
a estos días. Aunque Octubre no es un mes del todo malo tampoco era
raro tener las fiestas pasadas por agua e incluso no "pasar nada
calor". Por lo que, en cuanto la mecanización del campo ha solventado
la premura y gran parte de los esfuerzos y tiempo en la recolección,
las fiestas patronales han vuelto a su celebración, no ya el día 10
de Julio, siempre; sino al fin de semana más próximo a tal fecha, por aquello
del normal asueto del fin de semana, y el poder acudir a las mismas
el mayor número de gentes relacionadas, o no, con el pueblo.
Todos los Santos
(1 de Noviembre, no laborable):
Como en todos
los rincones de nuestra cultura cristiana el día de todos los Santos, y la noche
que precedía al día 2, era y es el día en el que rendimos culto y memoria a los
que nos dejaron. Como no todo es tristeza y dolor en nuestros ritos de recuerdo
a nuestros difuntos, también en Lodoso, y supongo que así mismo en los pueblos
de nuestro entorno, en este día se celebraba, por parte de los mozos, la fiesta
llamada "La Machorra". La misma consistía en la cena de una oveja de dos o tres
años y que su dueño se desprendía de ella por el motivo de no haber procreado,
de ahí lo del nombre "machorra", y por tanto de no producir dos productos
fundamentales de la oveja: corderos y leche. Tal cena producía las suficientes
energías y carencia de temores para acudir a la iglesia en turnos para tocar las
campanas hasta bien entrada la madrugada a efectuar el toque de este día, y que
se llamaba "El ya Vendrán",
y que se explica en
el apartado de toques de campanas.
Navidad
(25 de Diciembre, no laborable):
Que la Navidad es la fiesta por antonomasia de la convivencia familiar queda muy
claro. Y es cierto que, como en todos los sitios de nuestra cultura cristiana,
se mezclan esos sentimientos de bondad que nos depara el nacimiento de una
criatura, y más cuando el que nace es nuestro Modelo de Vida. Y también ese afán
de tener en nuestros platos en esos días algo de lo que, normalmente, no se
solía disponer. Como lo eran las frutas exóticas en aquellos tiempos, como la
piña. Los turrones, los mazapanes, los confites de piñones... Claro, por eso a
los de Lodoso nos llaman "los golosos".
En cuanto a los actos religiosos, ya desde el año 1955 en Lodoso no hubo párroco
que viviera en el pueblo, y por ello esa Misa del Gallo, yo no recuerdo haber
asistido a ella, si bien sí oí a mis padres y abuelos el que la hubo con
anterioridad, y que era muy concurrida.
Y en cuanto a costumbres sociales, o de carácter folclórico o de raíz, que se
dice ahora, yo reconozco que en estos pueblos del ya casi páramo burgalés, las
manifestaciones musicales, de bailes... pues lo justo, tirando a nada. Para qué
vamos a presumir de lo que no somos. Eso sí, en la iglesia, durante y al final
de la Misa, las mozas cantaban los villancicos de rigor. Y como pastorada, yo en
Lodoso sólo llegué a ver la que he referido en la víspera de Reyes.
Los toques de
campanas, y el reloj de la torre:
Las campanas
siempre han tenido un sentir especial en la cultura de nuestros pueblos. Con sus
tañidos se han transmitido las "noticias" y sentimientos de muchos eventos
religiosos y sociales. Nuestra Diputación de Burgos hace algunos años viene
intentado hacer que no se pierda esta bella tradición convocando
todos los años el llamado "Concurso de Campaneros" que va
recorriendo año a año los pueblos de la geografía burgalesa.
Esperemos que algún año recale en Lodoso para meter en nuestros
jóvenes el "gusanillo".
Desde Junio de 2022 la prestigiosa empresa palentina "Campanas
Quintana", que llevan en el arte de fundir campanas desde hará,
en poco más de una década, nada menos que 400 años, por lo que casi
se podría decir, que las muchas generaciones que han pasado por esta
empresa, nacieron y viven en un campanario. Decíamos que esta
empresa ha automatizado los toques de nuestras campanas de un modo
casi total. Esto es, eléctricamente para su acción, e
informáticamente para su manejo, ya sea desde un ordenador remoto, o,
más práctico aún, desde el teléfono móvil del sacristán de turno.
Vamos, que ahora tocar "a Quema", será tan rápido que no dará tiempo
al fuego ni a calentarnos un poco... Igual no estaría mal, en estos
tiempos de "despoblación", el aumentar los toques, con uno, que se
podría llamar "Ahuyenta cacos". Si las campanas se
utilizaban para ahuyentar los nublos... Sigue, sigue leyendo hasta
abajo de esta sección, para saber los tipos de toques de campanas.
El campanero
relojero:
La labor del toque de
campanas era todo un arte, y para tal fin y la conservación de las
mismas, el Concejo o Ayuntamiento arrendaba esta función a una
persona entendida y que a su vez realizara tal función a un precio
que se sacaba a subasta. La conservación consistía en el engrase y
vigilar que nadie tocase con ropa, como la boina por ejemplo, el
bronce cuando vibraban, pues ello conlleva muchas veces el
resquebrajamiento. Así mismo, y dado que en Lodoso había y hay un
reloj en la torre, el campanero debía mantener el mismo en
funcionamiento dándolo cuerda (subir la bola), corregir el horario
si procedía, y mantener engrasada y limpia la máquina. El autor de
esta Web sólo conoció como campanero al Sr. Millán González y muchas
veces acompañó al hijo de éste, Fausto, a tocar a Mediodía y Oración
y dar cuerda al reloj.
El reloj de la torre permaneció parado en el olvido desde comienzos
de la década de 1960, sin más compañía que las palomas que
utilizaban sus oquedades para hacer sus nidos. Pero la experta mano
de Víctor Tajadura, allá por el año 1984, supo y consiguió volverlo
hacer andar con su propia máquina durante algunos años. Dispuso de
subida de la bola de la cuerda en modo automático y además
confeccionó una nueva esfera externa. Con la prematura muerte del
hacendoso Víctor, el reloj volvió a dejar de funcionar en modo
“decente”.
A finales de los 90, y por gestiones de nuestra Asociación,
y ya con máquina eléctrica, el reloj siguió anunciando las horas en
la torre. Bien que no pudo conectarse para mover las manecillas de
forma satisfactoria, porque la esfera o muestra, estaba preparada y
fabricada para el antiguo reloj restaurado por Víctor.
Y como todo fenece, y por ese problema del no movimiento de las
manecillas desde esos finales del siglo pasado, ha llegado el
momento de renovar nuestro reloj, este mes de Junio de 2022. La
renovación ha sido completa salvo el campanillo que da las horas, y
que podría tener como 120 años, y que hasta los años 80 estuvo bajo
la veleta, y ahora se asoma por una de las troneras norte. La
empresa que lo ha montado, se trata, también, de "Campanas
Quintana", que ya, a finales del XIX, ampliaron su negocio
de campaneros con la instalación de relojes de torre, por lo que
también su experiencia es más que probada.
A continuación
vamos a intentar enumerar los toques de campanas:
Toques diarios:
Maitines:
Se tocaba al clarear el día y se asociaba a la hora de levantarse.
El toque consistía en nueve tañidos (nueve Avemarías) de la
campana, tocados de tres en tres y de forma sosegada; y después,
tañido rápido de otros nueve. Luego se volteaba el esquilín o
campanillo.
Mediodía o "Angelus":
El toque era igual que el de Maitines, y en el ámbito religioso
recordaba el rezo del "Angelus". También marcaba, de algún modo, la
inminente hora de la comida.
Oración:
Se tocaba al anochecer y era igual que los
anteriores en cuanto a tañidos, y recordaba la oración de "Laudes",
e inminente hora de cenar.
Toques de
especialidad:
A muerto o difunto:
Se tocaba al clarear el día, al mediodía y al
anochecer, hasta que se diese tierra al difunto. Si el fallecido
era hombre se tocaban tres clamores y si era mujer, dos (Hoy sería
un gesto discriminatorio, pero en aquel entonces era algo que
mantenía la propia tradición). Cuando
moría un niño, en cambio, se voltea el esquilín (campana pequeña), y se entendía que
dicho toque, por aquello de que un niño siempre va al cielo, por
su inocencia, era un
"Toque de Gloria".
Toque de tormenta o Tente Nublo:
Para cualquier labrador
sabemos que su mayor enemigo es la tormenta, y si ésta lo es en
Junio, o a primeros de Julio, cuando la espiga del cereal está en
proceso de maduración, o ya madura, y dado que muchas de estas
tormentas hacen su descarga con granizo o pedrisco, podemos
suponernos, que poca o nada fe en lo sobrenatural hay que tener,
para no encomendarse a algo o a alguien. Por eso también los
toques de las campanas eran así mismo esa especie de ruego a ese
"más allá" para alejar dicha tormenta. De hecho, a la vez que el
campanero tañía la campana, recitaba aquello de:
Tente
nublo, tente tú, que Dios puede más que tú, más que tú. Si eres agua ven acá, ven acá; si eres piedra vete allá, vete allá.
Toque a quema:
Es evidente que las campanas se utilizaban también para llevar
aquellos mensajes que necesariamente debían conocer los vecinos, y
máxime si estos mensajes eran de apremio, como lo es la solicitud
de ayuda para aplacar un incendio. El toque consistía en el golpeo
seguido y rápido de la mejor campana, sin interrupción en un largo
tiempo.
A concejo:
El toque era también con el fin de llevar el
mensaje a los vecinos de la reunión a Concejo para algún fin del
mismo, como pudiera ser una reunión para tratar un tema perentorio,
o para anunciar la llegada del recaudador de impuestos, y por
consiguiente pasarse por el concejo a cumplir con el fisco.
Incluso yo recuerdo, que este toque también se usaba para reunir a
la gente en el Concejo, y desde el mismo partir armados de picos,
palas y azadas a arreglar los caminos, cuando se acercaban las
fechas de verano, y por tanto de la recolección y se necesitaba
que los caminos ofrecieran un poco de seguridad para transitar
con los carros llenos de mies.
Toque a Misa:
El toque se dividía en tres fases. En la primera a golpe de badajo
se tocaba seguido y no deprisa unos 15 tañidos. En la segunda fase
se volteaban las campanas en perfecta compás al que seguía el
volteo de los esquilines. La tercera, era el toque de tres avisos
espaciados entre sí en unos 5 minutos. Estos toques consistían, en
lo concerniente al primer y segundo aviso, en el golpeo unos 15
tañidos seguidos, y tras unos tres segundos se golpeaba una vez
para el primero, y dos, para el segundo. El tercer aviso, o toque
de Tercera, se golpeaba únicamente tres veces con una cadencia de
unos tres segundos entre ellos.
Toque a Rosario:
Para el Rosario se tocaba únicamente la tercera fase de la misa,
esto es los toques de Primera, Segunda y Tercera.
Todos los Santos, toque de "Ya Vendrán.."
El toque
de "Ya Vendrán" se hacía en la tarde de esta festividad, en
recuerdo y citación a la oración por los difuntos. El mismo
comenzaba al anochecer, y se repetía intermitentemente hasta bien
entrada la noche de difuntos. Este toque lo comenzaba el campanero,
pero a medida que avanzaba la noche los mozos que ya habían dado
cuenta de "La Machorra", y que ya hemos explicado en el apartado
de festividades, con grandes dosis de energías y "con pocos
miedos", hacían clamar las campanas en lo tétrico de la noche de
difuntos para implorar unas rezos por sus almas. Este toque, a la
vez que se hacía, y que ayudaba a llevar el compás, se recitaba
aquello de:
Ya vendrán, ya
vendrán, ya vendrán, vendrán, vendrán
los canónigos a rezar,
de la catedral.
Ya vendrán, ya vendrán....
La
fiesta de Todos Los Santos del año 2019 las campanas de Lodoso
volvieron a repicar el toque del "Ya Vendrán" de las manos de
Faustino, vecino de Las Quintanillas, donde esa asociación tan
de raíz, denominada "Tierra Noble" se ha tomado muy en serio lo
de no perder las tradiciones y costumbres del pueblo, entre
ellas, el toque de campanas.
Para oír el toque completo del "Ya vendrán" interpretado por
Faustino, con las campanas de Lodoso, pulsa el control de audio de
abajo. El toque dura 7 min. Pues estamos hablando que este
toque, a veces, permanecía incesante por la tarde, o ya entrada la
noche, hasta una hora seguida. Relevándose los mozos campaneros,
en el tañer de las campanas. El toque, en sus primeros 2 min y
25 seg., es prácticamente el mismo que el toque a Muerto o
Difunto, que he apuntado como primero. Pero a partir de esos 2
min. y 25 seg. cambia, y es cuando se podría poner la "letra"
esa del "Ya vendrán, ya vendrán..."; que se usaba, mentalmente,
para no perder el ritmo, y que le da el nombre.
El sonido a veces, se oye el soplar del viento que ese día
soplaba un poco recio. En fin, algún día, alguien nos lo "pasará
un cepillo" en algún estudio de audio...
Aquí
va el control del mp3
Toque de Procesión:
El toque de procesión consistía en el volteo de campanas y
esquilines a la vez, mientras la procesión recorría el pueblo.
Toque a víspera de
Fiesta:
Se hacía en la tarde del día anterior a la fiestas
de gran solemnidad. Como las fiestas patronales, el Corpus...; y consistía en
el volteo de las campanas durante algún tiempo, que solía estar en
consonancia con la festividad.
Labores
relacionadas con la agricultura:
En un pueblo
eminentemente agrícola las labores de esta índole eran tantas y
tales que sería un tanto arduo y engorroso su enumeración. Por lo
tanto vamos a enumerar aquellas que por sus peculiaridades más nos
vienen al recuerdo:
La arada:
Labor fundamental en
agricultura, la arada tenía varios tipos según su finalidad. Así
mismo los tipos de arado eran dos:
El arado romano, como su nombre indica, viene de tiempos de éstos en
tierras de la Iberia, si bien habrá que presumir que a lo largo del
mucho tiempo usado habrá tenido algunas variaciones. Se usaba para "acerrillar",
o arada de sementera, en el surcado para siembra de patatas, y para el
descubierto de las mismas en su recolección.
El arado brabán, o brabante, apareció en
nuestra agricultura castellana a finales del siglo XIX y supuso toda
una revolución, pues con su uso se volteaba la tierra de una manera
total, cosa que no lograba el arado romano, y así el terreno se
"turnaba" para su explotación agrícola con su utilización. Se
utilizaba, mayormente, para el barbechado, arado de invierno para
cebada y arado para siembra posterior de patatas.
Sembrado a voleo:
Esta faena
requería de todo un arte para una buena distribución de las semillas. Para ello
se procedía a "amelgar", que era el señalar una especie de calles en la finca
mediante marcas con la azada o incluso con paja blanca (de cebada), utilizando como medida cierto
número de pasos. Estas marcas guiaban al sembrador y señalaban los límites de
las pasadas sembrando. Luego las semillas se tapaban con la rastra o grada, de la
que tiraban los bueyes o mulos, y por último se allanaba con la tabla de la que
también tiraban estos animales.
La "pela":
Solía procederse
entorno a San Pedro, esto es, a finales de Junio y principios de
Julio. En nuestro pueblo se recolectaban yeros para las ovejas y
para el
ganado bovino. Y titos, cuyo consumo podía serlo para estos mismos
animales, e incluso para las personas (Recuérdese la fiesta
tradicional que se celebra en Burgos de "Los Titos", el día de San
Antonio, 17 de Enero, todos los años). De estas leguminosas también
se aprovechaba la paja, llamada de "granilla", para los mismos animales; y dado
que sus raíces son de cierta longitud, en vez de segarse, muchas
veces, si el terreno no estaba muy seco, se arrancaban o pelaban
para obtener mayor rendimiento de paja. Este arrancado se hacía por
toda la familia lo que suponía algunos días de gran interacción
familiar.
En la foto del margen, una antigua foto, esta sí de Lodoso, y en
Lodoso, de en qué consistía y cómo se hacía la "pela".
La siega:
La época solía ser a
lo largo del mes de Julio. Hasta mediados del siglo XIX, en los que
aparece la agavilladora, el segado del trigo, cebada y avena se
hacía mediante la hoz en tiempos más remotos, y luego mediante el
dalle o guadaña, si bien éste útil de más rendimiento no gozaba de
gran prestigio, pues si el cereal estaba muy seco el golpe de siega
producía el desgranado de la espiga, y eso conllevaba pérdidas de
grano. Ya, hacia los años 1940, aparece la agavilladora McCormick
tirada por los animales y el trabajo se alivia en gran medida, pues
con su utilización sólo hay que amontonar estas gavillas en
"paredes" o "morenas", para su acarreo, más tarde, a la era
para su trillado.
El acarreado,
o acarreo:
Consistía en el
traslado de la mies segada desde la finca a la era. Los carros se
armaban con "inhiestos" (palos verticales y unidos por otros
horizontales) y redes, para una mayor carga, y del arte del
cargador dependía el buen rendimiento del mismo. Al margen tienes un
carro dotado de los "inhiestos", por si eres joven, y nunca lo viste
en vivo. Pincha sobre él para ver una imagen más grande.
Se solían hacer
tres viajes antes de las once de la mañana, lo que suponía
levantarse para el primero, sobre las tres de la mañana, y que se
efectuaba a los sitios lejanos (Corralejo, La Rana, La Rodada etc.)
Los otros dos, ya se hacían a lugares más próximos a la era. A los
niños, cuando ya teníamos diez años, más o menos, nos llevaban para
ayudar en el arrastrado de las morenas, que consistía en pasar el
rastro para recoger aquellas espigas sueltas que la horca no había
podido recoger. Ya que nada se podía
desperdiciar, por lo que en esta época nos dormíamos en el trillo,
en la era...
La trilla:
Consistía,
esta labor, en dar
vueltas con el trillo sobre la mies, la cual se extendía en la era,
hasta que el grano se separaba completamente de la paja. El trillo
lo formaban varias tablas unidas, teniendo en su parte inferior
adheridas lascas de piedra, y a veces sierras metálicas las cuales
rasgaban la paja y las espigas para desprender el grano. El trillo
lo
arrastraban los animales de labor, y para su conducción éramos
empleados, a menudo, los niños e incluso los abuelos, pues esta
labor del trillado, se
efectuaba montados en el trillo, y sentados sobre sillas bajas, para
evitar caídas, a las
que dotábamos de cualquier confort. La parva, que así se llamaba la
mies en su proceso de trillado, se "revolvía" (dar la
vuelta), unas tres o
cuatro veces para su trillado más rápido y efectivo, y para ello se usaban unas
horcas de madera y cuando la mies estaba en su proceso último de
trillado había que usar unas palas de madera para tal fin. Una vez
trillada la parva se amontonaba, siendo éste montón el señalamiento
clarificador de la hacienda de cada labrador.
El
atropar la parva para luego "echar al montón":
Estas
labores solían ser lo último del día, como parte final de la
trilla diaria. Y que conste, que no del trabajo, de ese día, de
nuestros labradores. Dígase hombres o mujeres. Pues detrás quedaba
el cuidado del ganado (ovejas, ordeñar, cerdos, niños, cenas (sin
butano, eh...)
Pero ahora hablemos del atropado. Era algo ineludible, pues
consistía en que la parva, ya trillada, había que retirar su
contenido en el llamado montón. El primer día era pequeñito,
lógicamente, pero que, a
medida que avanzaban los días de trilla, iba creciendo. Y porque, sencillamente, al día
siguiente había que seguir trayendo más mies a la era, para seguir trillando.
La labor de atropado se hacía con una tabla en posición "de canto"
de unos 50 cms de alto, por unos 2,5 ms de largo. Esta tabla estaba
armada con unos traveseros que confluían desde varios puntos hasta
el timón. El timón. de unos 3 ms., soportaba la tabla, por su parte
central, y estaba unido a ella. A este timón se enganchaban, normalmente, dos
animales de tiro, como bueyes, mulos, caballos..., unidos por un
yugo o ubio, que en su parte central colgaba una argolla por donde
se introducía el comienzo del timón. Este comienzo disponía de
varios orificios en hilera para según, la longitud de los animales
poder adaptarla a la del timón. El timón, o un apéndice del mismo
sobresalía por detrás de la tabla, y servía de guía y asidero para el alzamiento,
y así,
depositar la parva recogida cuando se llegaba a las proximidades del montón.
A medida que la parva arrastrada iba aumentando, dentro de la
tabla, había que
poner peso sobre la misma para que ésta no dejase lo ya recogido por
su parte de abajo. Motivo por el cual requería, a veces, que toda la
familia se montase, sobre ella, por simple contrapeso. Y por eso en esa tabla,
en su parte trasera era lo común que tuviera una especie de semiargollas
clavadas fijas para reposapiés, y que ofrecían una cierta seguridad de los
"viajeros", al ir por detrás de la tabla. Argollas que también servían para ayudar a levantarla al
"timonel", cuando había que dejar lo atropado en su sitio.
Una vez la parva a los pies del montón venía una de las labores de
más "habilidad, técnica y muchas veces, fuerza. Se denominaba "echar al montón". Sobre
todo, se hacía duro cuando el montón ya estaba crecido y podía tener una altura que
podía rondar, a veces los 6, o más ms. Ahí, y para llegar hasta la
cresta del mismo, además de maña se necesitaba la fuerza. Y para
hacer un montón vistoso, también era preciso, al igual que un buen
pintor, que pone los brochazos en su sitio, el poner las cantidades
de parva, en el suyo.
Al margen, una foto del atropado, en este caso, con un sólo animal
de tiro. Y más abajo, un joven ayudante veraniego va entrenando la
labor de echar al montón, con la supervisión del maestro Florentín.
La bielda:
Era el procedimiento
del separado del grano de la paja. Hasta principios del siglo XX. Esta labor se hacía lanzando a lo alto la mies trillada en un día de
viento, y éste se encargaba de arrastrar la paja más lejos que el
grano, lo que propiciaba su separado. Luego ya aparecieron las
primeras máquinas beldadoras, movidas mediante una manivela o "zanca",
la cual había que impulsar a puro brazo, lo cual era sumamente duro, y
requería continuos relevos, si es que se disponía de ellos. Ya, bien
entrados los años 1950, aparecieron los primeros motores (Campeón,
Rex...) que se acoplaban a las beldadoras, o aventadoras, y supusieron
un gran alivio para las menguadas fuerzas que quedaban del duro
verano.